Da igual que los problemas sean de ambos, lo más común es que uno de los dos sea quien tome la iniciativa y con ello, la búsqueda del psicólogo de parejas. Las mujeres son más dadas a exponer sus sentimientos, por lo que les resulta más sencillo solicitar ayuda profesional, aunque esto no quiere decir que al revés también suceda. Cuando se quitan los muros iniciales, lo normal es que el hombre también acceda y se involucre tanto o más que la mujer a la terapia de pareja.

Puede darse la negación rotunda a acudir a terapia de parejas ya que ese integrante de la pareja piensa que la relación está mal pero «que no es por su culpa y que no es necesario cambiar ni modificar nada por su parte», y por ende no es preciso ir a terapia de pareja.

No debemos de obligar a nadie a ir a terapia de pareja. Para estos casos, matizar que la terapia puede resultar de gran utilidad con un solo integrante de la misma, ya que podrá ir aplicando lo trabajado en sesiones y, con ello, obtener resultados para los dos. Lo cual hace que el otro miembro de la pareja, al obtener los resultados de la terapia que esta haciendo su pareja se involucre también para seguir sumando cambios positivos en la relación y acude a terapia de pareja.